miércoles, 22 de mayo de 2013


La antesala del infierno


“Mi mujer me dijo que ya no sentía amor por mí y me tuve que ir. La casa está a nombre del padre de ella a pesar de que invertí en arreglarla tanto dinero como si hubiese comprado una casa nueva. A la semana estaba viviendo con otro en la que era “mi” casa. Y encima quiere quitarme el auto…”.


“Estoy desesperado. Mi mujer me dejó por otro y se fue con mi hija de 1 año a vivir a la casa de los padres. Ellos, que nunca me quisieron, la dominan de tal forma que ni me atiende el teléfono y su madre me dice que si quiero ver a mi hija les haga juicio…”


“Mi ex mujer me exige que le siga pagando “todos” sus gastos como cuando estábamos casados o no me dejará ver a mis hijos de 2 años y 6 meses….”


“Mi mujer me amenaza con hacerme una denuncia por golpes que ella misma se infringe para que le queden marcas…”


Estos son algunos de los ejemplos de situaciones en la que se encuentran algunos hombres.
No es ciencia ficción…son casos reales.
Y hay casos mucho más jodidos, pero por una cuestión de confidencialidad no pueden ser citados porque tienen ciertas particularidades que los podrían hacer “reconocibles”.


Quiero que quede claro que esto que estoy contando no pretende ser una crítica a la mujer en general. Ya sé que obviamente hay buenas minas y que también hay tipos malos.
Simplemente estoy hablando de muchos casos que he escuchado, protagonizados por mujeres que parecieran encontrar placer en el sufrimiento de sus ex parejas y en la manipulación de sus hijos a los cuales pueden tener como rehenes o moneda de cambio, amparadas por unas leyes que le otorgan todo el poder aunque sean unas completas desequilibradas mentales.


Ahora bien… ¿cómo llegaron estos hombres a esa situación?
¿Las ex parejas de estos tipos eran Blancanieves, Caroline Ingalls  quienes de pronto tomaron un brebaje que las convirtió en soretes venenosos?


Indudablemente no.


Mi primo el Laucha dice: “A una mujer la empezás a conocer cuando estás de novio…la seguís conociendo cuando te casás…y la terminás de conocer cuando te separás”.


El enamoramiento es una enfermedad mental transitoria que bloquea el buen funcionamiento del cerebro pudiendo hacer ver en la otra persona cualidades que no existen y ocultando defectos evidentes.


Muchos hombres enamorados entonces “no pueden ver nada”. Y lo que es peor aún, a medida que pasa el tiempo y las demostraciones de conchudez de algunas minas son inocultables, estos hombres “no quieren” ver nada y solo se limitan a cerrar los ojos y seguir con ella bajo cualquier circunstancia.


“Pero yo la quiero…y solo quiero estar con ella…” me dicen algunos luego de contarme las más increíbles atrocidades llevadas a cabo por su querida e irremplazable novia.


Esos hombres están en la “antesala del infierno”. El futuro que les espera en una convivencia o en un matrimonio con estas mujeres (y ni hablar con hijos) es simplemente nefasto.


Un noviazo es para disfrutarlo.
Si en lugar de disfrutarlo se sufre. No sirve. Hay que terminarlo.


Un noviazgo es para “conocerse”.
Si lo que conocemos del otro no nos gusta…no sirve. Hay que terminarlo.


En un noviazgo hay que mantener la dignidad y el amor propio.
Si éste nos hace perder la dignidad y el amor propio…no sirve. Hay que terminarlo.


Si vamos a seguir adelante enfocando nuestra antena solo a la belleza física de nuestra pareja y haciendo caso omiso a todo lo negativo que nos muestre con tal de no perderla, nos vamos a encontrar más adelante con situaciones imposibles de resolver. Si extrañar a una novia de mierda puede resultar doloroso, no quieran imaginarse lo que es extrañar a un hijo.


Esto no es para ponerse paranoico, pero por favor abran los ojos a tiempo.


Porque como dijo Eber Ludueña, “Una mujer puede durar un tiempo determinado, pero una ex mujer es para toda la vida”


UFA!!! DE LA QUE ME SALVE.
Texto original de Fabio Fusaro